miércoles, 16 de noviembre de 2011

“Todos los días hay una lección de integridad que vuelvo a escucharles”

Ramón Minieri (izq). "Coco" del Río, su entrañable compañero (der.)
ENTREVISTA CON RAMÓN MINIERI. La participación política del sector en la UNS y fuera de ella. Anécdotas y evocaciones. Las ruedas de mate con “Coco” del Río en la Biblioteca Central y la génesis de un cuento inédito. Y un cálido abrazo para los actuales trabajadores de la UNS. Todo, en esta segunda parte del reportaje que ListAzul.Blogspot.com realizó con el escritor, poeta y ex no docente de la UNS Ramón Minieri.
No resulta fácil, seguramente, ingresar a las zonas neurálgicas de la memoria, aquellas que guardan el recuerdo de compañeros y amigos queridos que ya no están. Más aún cuando el agua que corrió bajo los puentes estuvo marcada por la tenebrosa noche de la última dictadura cívico militar.
Pero ListAzul.Blogspot.com propuso al poeta, historiador y ex trabajador no docente de la UNS Ramón Minieri recuperar nombres y climas de tiempos pretéritos que es necesario mantener siempre presentes. Por ello, la charla sobre política universitaria derivó en evocaciones a compañeros queridos, anécdotas que renovaron ruedas de mate entre amigos y el saludo final, un entrañable abrazo que Ramón envió a través de este sitio web a todos los trabajadores no docentes de UNS en la actualidad. 

¿Cuál era la participación política del sector dentro y fuera de la UNS?
Hasta 1968, ninguna. Pero ojo: nos quedaba la tradición y el relato de aquel gremio anterior, que había sustentado posiciones anti-imperialistas y pro-trabajadores. Aunque hubiera habido algún peronista entonces, la comisión y el activismo no eran peronistas, sino de una multiforme corriente de izquierda, con muchos matices internos.
Entre 1968 y 1970, algunos hechos vinieron a partir las aguas.  Por un lado, en el movimiento sindical argentino hubo una escisión: apareció la CGT de los Argentinos (Paseo Colón), con Raymundo Ongaro, secretario general electo democráticamente, que no fue aceptado por los dirigentes más negociadores y sinuosos: estos crearon la CGT Azopardo, con Augusto Timoteo Vandor a la cabeza.
Entre ambas aguas, estaban los gremios llamados “participacionistas”, que querían negociar con los militares bajo la capa ideológica de un proyecto “desarrollista” que ambos sectores podían promover. Esto era una mentira, porque los militares del onganiato ya no eran más desarrollistas: con Adalbert Krieger Vasena, auspiciaron la desnacionalización económica y los comienzos de la patria financiera. Hasta se dio que el Ministro de Defensa, Emilio van Peborgh, era ciudadano británico. Pero nunca falta un ingenuo que quiere creer que las cosas no son como son, para hacer lo que no se debe hacer. El participacionismo a nivel nacional estaba dirigido por Taccone, de Luz y Fuerza. En Bahía Blanca se hacían reuniones de esta corriente. A una o dos de ellas fui, enviado por la comisión de ATUNS.  Estaban los muchachos de Luz y Fuerza (que andando el tiempo se distanciarían de ese proyecto seudo “desarrollista”), el que suscribe, y un intelectual universitario: Bruno Passarelli, quien luego fue un puntal político de la gestión de Roberto Etchepareborda como rector (en tiempos de la presidencia de Lanusse). Bruno aportaba su libreto desarrollista: acuerdo de sectores, burguesía nacional, darles un programa a los militares…
Había algo de ingenuidad en esto. Y un rasgo de época: la expectativa de la pequeña burguesía progre en que apareciera “un general bueno”, que mantuviera las ideas de Savio o de Mosconi, y con sentido popular. Una y otra vez el general bueno no llegó, o en el camino dejó de ser bueno. Pero en el clima de autoritarismo de entonces, esto se veía como una solución política viable.
Vuelvo a lo del clima de época, porque si no, no se entienden los errores y los aciertos que hubo. Fijate que estaba vigente una Ley de Movilización, autor el general Onganía, conforme a la cual podían llegar hasta enviarte a cualquier punto del país, por necesidades estratégicas, sin explicación ni razón. La firma de neumáticos Cincotta aclaraba en su publicidad: “Gente de trabajo… pero de confianza”. Es que el término “trabajador”, vinculado al peronismo, había sido transformado en un estigma. Pensá que si nombrabas a Perón, te arriesgabas a ir preso. O si lo hacías en un medio de comunicación, te quedabas sin programa. Cuando en el ’71 un grupo musical, “Los bombos negros” difundió unas cancioncitas que aludían a Perón sin nombrarlo, sonaba a escándalo. Desde Telenueva, el canal de la Nueva Provincia, la despedida a los niños por la noche señalaba que “el cucú nos manda a descansar”… “otro que obedece / bien se merece / un sueño feliz”… Habría muchos otros elementos para caracterizar una ideología de desprestigio del trabajo y de los movimientos de los trabajadores, y de culto al autoritarismo.
Vuelvo a lo gremial y a la participación de ATUNS en temas políticos. En algún momento de 1968 me convertí en réprobo y ya no me invitaron a reuniones como aquellas en Luz y Fuerza. Es que en un plenario de la CGT, voté a favor de Ongaro y no de Vandor, como lo hizo la mayoría de los gremios bahienses, acaudillados por Rodolfo Ponce. Había que optar entre un llamado a paro general de la CGT de los Argentinos o la del vandorismo; me enviaron sin instrucciones, y en casi soledad, junto solamente con los gráficos, alcé la mano en apoyo a la corriente más revolucionaria. Creo que desde entonces quedé fichado. Al otro día, un profesor participacionista les comentó a compañeras de una materia que yo había actuado como un pelotudo.   Quizás lo sigo siendo, porque hoy votaría en el mismo sentido. Me basta con recordar que el periódico de la CGTA estaba orientado y escrito por Rodolfo Walsh, Enrique Coronel, José Vázquez, Ricardo de Luca y Raymundo Ongaro. 
La comisión participacionista de ATUNS se desactivó en la práctica, aunque seguía estando nominalmente.
Por entonces (algo de lo que yo no me enteré hasta después), llegaron a trabajar en la UNS algunos pibes que tenían formación política y buenas lecturas hechas.  Me refiero en primer término a Gregorio Díaz Dionis y a Hugo Ziliani.  Además de su formación y claridad, eran tipos generosos, que querían darse a la causa de los trabajadores. Entre ellos, y otros que ya nombraré, nació un proyecto de recuperación del gremio, un gremio con dimensión laboral, social y política. 
Estos muchachos, junto con los hermanos Chiche y Coco Randazzo, Roberto Zárate y algunos otros, armaron una lista y ganaron la elección. Y comenzaron una campaña de recuperación que acudió a muchos recursos hasta entonces inusitados. Por ejemplo, aprovechaban la información de la “radio pasillo”, difundiendo en chismes, en volantes y luego en un periódico, los malos negocios, los acomodos y las trapacerías que realizaban las autoridades de la Universidad. Allí empezaron a describir y definir un poder local, constituido por la alianza La Nueva Provincia – la Marina – la jerarquía de la UNS – el Arzobispado. Un día nos enterábamos de que la UNS tenía campos en propiedad en Chasicó, y nunca los había aprovechado, ni siquiera para criar unas vacas y sustentar de mejor manera el comedor estudiantil; menos aún para actividades de aprendizaje o investigación. Otro día nos desasnaban acerca de las maniobras de la contadorcracia que se había instalado en los comandos de la administración, como consecuencia del plan Ford, y creaba cargos para beneficio de los colegas. El proyecto Ford empezó a ser detectado y señalado como orientador de una universidad ajena a la patria y al pueblo.
Estos mismos muchachos se propusieron y lograron recuperar la obra social, con la que se logró un alto nivel de prestaciones. Se lograron excelentes niveles de cobertura en salud; y cuando nos echaron en 1975, ya se estaba considerando la compra de algún hotel de veraneo en Mar del Plata o Córdoba.
La bandera que plantaron fue la de un nuevo escalafón. Era un punto neurálgico, porque significaba revisar el proyecto Ford, discutir nuevos cargos y estructuras, y por otro lado una reivindicación salarial.  La elaboración del proyecto gremial de escalafón llevó a que en cada ámbito de trabajo se discutiera, entre todos los compañeros, cuáles debían ser las tareas, y cómo cumplirlas. Era poner sobre la mesa la osamenta laboral de la universidad, pero también el sentido mismo de su existencia. Las discusiones pasaban pronto de lo escalafonario al papel de la Universidad en nuestra sociedad.
Ya para entonces (1970) me incorporé como delegado gremial por la Biblioteca. La formación del cuerpo de delegados fue un acierto de la Comisión. Llegamos medio ignorantes, y ellos nos dieron generosamente participación en las decisiones y amplio conocimiento de la información; esto fue  para mí una educación acelerada e intensiva.
En 1971 y 1972 ya los compañeros retomaron el debate político abierto; la dictadura se degradaba y se venía abajo.  Había una fuerte corriente del peronismo revolucionario, en sus distintos matices. También teníamos compañeros trotskistas, del PC, y hasta un compañero delegado radical, Buby Suárez, que hacía honor a la militancia gremial.
Ganar la lucha por el escalafón y por la reincorporación de un compañero despedido en La Plata, nos llevó tiempo y esfuerzo. Finalmente en 1972 logramos ambas reivindicaciones. Habíamos estado, en la última etapa, de paro durante 48 días – ya la fase final era por la reincorporación del compañero platense.  Ganamos el escalafón, ganamos la reincorporación del compañero, ganamos el pago de los días de huelga. Y con el primer aumento, que todos aportamos al gremio, se pudo comprar el local propio en calle Rodríguez.
La participación política se acentuó con la campaña previa a la primera elección  en que después de 18 años pudo participar el justicialismo, en 1973.  Discutíamos en el gremio, a quién votar.  La mayoría lo hizo por Cámpora, aunque muchos venían de posiciones de izquierda no siempre cercana al peronismo.
Con el rectorado de Víctor Benamo, al que acompañamos desde el gremio, ya desde la toma inicial de la UNS porque queríamos entregársela los trabajadores, pasamos a ser parte del gobierno universitario. Un gobierno que seguía un modelo cogestionario. Los Consejos de gestión en cada Departamento e Instituto, incorporaban a estudiantes, docentes, y trabajadores. Se dio la circunstancia ejemplar de que un compañero ordenanza se lució en la administración de un instituto – me refiero a Roberto Zárate.
Como digo, el proyecto era cogestionario – algo casi de crecimiento biológico para lograr una gestión más atinada y participativa. Pero para los poderes fácticos de la ciudad, este fue un pecado capital. La Nueva Provincia nos dedicó algún editorial en el que nos comparaba a los soviets.  Entre La Nueva y la CGT de Ponce, nos marcaron como los “rojos” de Bahía.
Por la misma época, 1974, creamos el CENS 36, de educación de adultos, en el ámbito de ATUNS. Era un ámbito privilegiado para el encuentro entre compañeros de distintas generaciones y trayectorias políticas: jovencitos estudiantes, veteranos luchadores… hasta tres monjas se habían inscripto!  Como experiencia educativa, fue osadamente innovador – se repensó el nivel medio desde los laburantes. A modo de ejemplo: comenzábamos Historia hablando del peronismo, y después seguíamos con etapas anteriores, buscando en el pasado los hilos hacia el presente. Es que nos dijimos: en el secundario, siempre se termina el año cuando están por empezar con Perón, o con los tiempos más cercanos; hagamos lo contrario. La primera clase de Física empezaba con el desarmado de una plancha.  En Economía arrancábamos con el tema salario – renta – plusvalía.  Había un acalorado clima de debate en el aula.
Tuve el honor de que los compañeros me asignaran la dirección del CENS. Recién recibido, yo pensaba dedicarme a la investigación. Desde mi paso por allí, no dejé de ser educador.
Todas estas actividades no nos distraían de mantener una fuerte solidaridad cotidiana. Entre otras cosas, recuerdo que el festejo de mi casamiento lo hice en el gremio, con los compañeros. En caso de necesidad, sabías que siempre estaba disponible un préstamo de la mutual (que no por eso perdía plata). Los compañeros de la comisión estaban disponibles a cualquier hora y para cualquier cosa. Era una de las tantas dimensiones de una convivencia que no parece política, pero que en cierto modo nutre a la política y a la militancia solidaria.
Por supuesto que toda esta labor política y gremial se desplomó con la instalación de una conducción educativa de derecha a nivel nacional (Oscar Ivanissevich) y de gestiones universitarias que respondían a la misma ideología nazi (Ottalagano, Remus Tetu). 

 ¿Alguna anécdota para compartir de su paso como no docente en la UNS?
Una anécdota de los tiempos duros del ’75. Sabíamos que estábamos en la mira de Rodolfo Ponce y la pesada de las 3 A.  Era de temer que intentaran ocupar el local gremial para instalar una comisión adicta. Decidimos entonces turnarnos para que siempre, día y noche, hubiera alguien en el local gremial. Lo triste del caso es que no había calefacción, de modo que los integrantes de la guardia estábamos cubiertos con frazadas y llevábamos gorras con orejeras. No pasó nada entonces, pero me pregunto qué grado de resistencia podríamos haber puesto frente a los matones de Ponce.
Otra anécdota, a partir de la cual estoy escribiendo un cuento.  Nos juntábamos con Coco del Río, entre otros, a la mañana temprano a matear y charlar, en esos agitados años del 72 al 75.  Cuando desembarcó Perón en Ezeiza, y tras su discurso con motivo de la masacre, a la mañana siguiente Coco sostenía seriamente: “para mí que lo cambiaron al Viejo. Este no es el que hablaba en La Hora de los Hornos (la película de Solanas). Y viste que tenía una verrugita acá (se señalaba una mejilla) y las manos más manchadas, y ahora no tiene nada…”  A la luz de la posterior sustracción de las manos “de Perón”, volví sobre esta idea de Coco… y estoy por publicar algo.
Otra más, y perdón por la extensión… Tuve en mis manos durante dos días la crónica en la que María Antonia Berger relataba la verdad de lo sucedido en Trelew el 22 de agosto de 1972, el fusilamiento de los compañeros por los marinos de la base.  Ella había sido internada en Puerto Belgrano, y relató el episodio como pudo a sus familiares visitantes y su abogado. Se tipeó lo que ella dijo, y luego, en un periódico político que hacíamos, se publicó. Eran tiempos de dictadura todavía, de modo que los papeles suponían todo un riesgo. Los escondi en el último cajón de un escritorio de un funcionario derechista, sabiendo que él jamás lo abría. 

 ¿Recuerda compañeros de su paso como no docente de la UNS? 
Seguramente será incompleto, sin querer, mi recuerdo de los compañeros. Durante años no quise tocar esta zona neurálgica de mi memoria, porque dolía demasiado... Cobardías que uno tiene. Como efecto de las mismas experiencias, no quería tener una agenda con direcciones. Pero bueno, intentaré recordar. Hay personas, vivas o no, que siguen siendo parte de mi corazón y de mi memoria; personas con las que sigo viviendo, porque todos los días hay un minuto que comparto con ellas, una lección de integridad que vuelvo a escucharles. A saber, Coco del Río, Pepe Domínguez, Cebolla Artola, Tuza de la Flor, el gringo Giusti y su esposa, Hugo Ziliani, Gregorio Díaz, los hermanos Randazzo (Coco y Chiche), el negro Rodríguez, el ruso Popovich, el petiso Di Blasio, Cencini, Roberto Zárate, Ercilia Insúa, Otilia Angelozzi, Nilda Sandes… Veo las caras de otras compañeras y compañeros cuyos nombres no logro recordar ahora. 

¿Cuándo y por qué dejó de ser un trabajador no docente de la UNS?
Fui expulsado por Remus Tetu en los primeros días de marzo de 1975, por aplicación de un decreto dirigido contra quienes alteraban el orden constitucional y sostenían ideas extremistas.

¿Cómo ve a la distancia en tiempo y espacio al sector no docente de la UNS hoy?
No estoy muy al tanto de las tareas y situaciones actuales de los compañeros trabajadores de la UNS. Veo que al menos ha quedado algo: una memoria de lucha, que se concreta en los nombres de las víctimas: y vaya si esto es importante. Mal que les pese a los matones, la historia la ganan sus víctimas: ellos mismos, con sus crímenes, nos las señalan para una memoria privilegiada. ¡No con esto quiero decir que es bueno ser víctima! Nunca más, nunca más.
Veo entonces, que les queda memoria; que hay principios que comparten, como la defensa de los derechos humanos, la memoria y la justicia. Entonces me digo que no sólo ha quedado, del tiempo en que quisimos hacer algo, un edificio propio y un centro educativo, sino una semilla que vuelve a brotar, una tendencia a la libertad y la justicia que es tan porfiada como esos yuyos proletarios que porfían con su don de alimento y curación, a pesar de cualquier tapa de cemento. Lo que hacen ustedes en este blog es parte de ese crecimiento, que necesariamente supone recordar, pero también tamizar y criticar lo que hicimos nosotros, los del viejo relato.

¿Desea agregar algo más?
Sí: un abrazo, compañeros.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente nota, es importante saber lo que cuentan nuestros compañeros no docentes que fueron cesanteados injustamente por regímenes autoritarios. Una lección de historia y solidaridad.

Muy bueno el reportaje.
Jerónimo.

Anónimo dijo...

Valioso testimonio del compañero Minieri. Aspectos desconocidos de la historia de los trabajadores no docentes de la UNS.
Roberto Cimatti.

Verónica dijo...

Muy buena la nota. Saludos!

Un mensaje de #Aniversario de la Lista Azul No Docente UNS

Compañeras y compañeros: En un contexto tan especial para la humanidad, sin poder encontrarnos con ustedes en pasillos u oficinas, celebramo...