El
martes 24 de marzo se cumplirán treinta y nueve años de la irrupción de la
última dictadura cívico militar, que trajo consigo la profundización plena del
terrorismo estatal inaugurado por la llamada Alianza Anticomunista Argentina, o
Triple A.
En
vísperas de la conmemoración, desde la ListAzul celebramos
que en los últimos años se haya recuperado la fecha para reflexionar por la
Memoria, la Verdad y la Justicia y evocamos, nuevamente y en modo especial, a
nuestros compañeros Daniel Bombara, Roberto “Jimmy” Garbiero, Néstor “Coco” del
Río, Gabriel Prado y Mario Arnaldo Usabiaga, todos ellos trabajadores no
docentes de la Universidad Nacional del Sur y víctimas del terrorismo de
Estado.
Sus
casos no deben, sin embargo, inducirnos a creer que existen sólo víctimas
individuales de estos crímenes. En la pertenencia misma de los compañeros
mencionados se descubre el carácter del genocidio y lo direccionado del plan
criminal que condujo a él: formaban parte del sector de los trabajadores,
tenían militancia política y/o sindical y se desempeñaban en una Universidad.
Precisamente, los sectores apuntados con especial énfasis por los ideólogos del
exterminio. Los que sufrieron la más constante persecución y soportaron los mayores
perjuicios de la aplicación del programa económico que necesitó de la represión
clandestina. Los que aportaron el mayor número de víctimas.
Deseamos
recordarlo especialmente: la última dictadura cívico militar, sus ideólogos y
promotores y todos sus partícipes y cómplices no sólo cometieron aberrantes
crímenes de lesa humanidad para poder, sobre tierra arrasada, eliminar
conquistas de los sectores populares y reducir al mínimo posible sus ingresos y
derechos. También se propusieron una transformación medular de la sociedad
argentina para que, conforme a un modelo predeterminado, el sometimiento
sobreviviera a las masacres. Para ello contaron con dos herramientas: los
efectos del terror que implementaron y la utilización del aparato educativo que
se propusieron dominar, expulsando de él a todo disidente.
Por
todo ello, creemos que la comunidad de la UNS no debe considerar que puede
limitarse a aislar casos de víctimas individuales sino que es necesario que
asuma que ella misma resulta víctima de quienes expulsaron, cesantearon,
secuestraron y asesinaron a muchos de sus miembros, pero también de aquellos que
quemaron libros y violaron la democracia de claustros ejerciendo ilegítimamente
cargos en la estructura de gobierno institucional, sin haber sido electos por
nadie y contribuyendo a un escenario en que se violaba la autonomía
universitaria y se cercenaban incluso las garantías más básicas y liberales,
como la libertad de cátedra.
En
un nuevo Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia, y luego de haber sido
testigos del desarrollo de tres juicios por delitos de lesa humanidad en el
Aula Magna de la UNS y de la creación de una Subsecretaría de Derechos Humanos,
resulta tan importante como ineludible el hablar con la claridad propia de los
nuevos tiempos de amaneceres azules.
Para que
venga un día
en que
llegue la paz
en los
brazos del pueblo
y podamos
largar
todo el
llanto escondido
estos días
de miedo
Para que
llegue pronto
ese
amanecer azul
en que ya
se hayan ido
todos los
corrompidos
y quedemos
los hombres
para
construir el mundo.
...en esta
Navidad comencemos
a ser
buenamente sinceros
y juntemos
valor para restaurar
un país de
justicia.
Extraído del blog “Desde mi cristal” de su
hija Paula Bombara.
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