Watu era el sobrenombre de David Cilleruelo, estudiante de Ingeniería asesinado en los
pasillos de la UNS. Justo el día después a ese 3 de abril de 1975, iba a asumir la presidencia de la Federación Universitaria
del Sur. Tenía 24 años, era de General Roca, militaba en el PC y era muy reconocido
por sus compañeros.
Watu era un militante y eso lo
llenaba de orgullo.
La UNS estaba intervenida, sus órganos de gobierno suspendidos y el
rectorado a cargo del rumano Remus Tetu, quien ejecutó cesantías de personal,
cerró carreras y departamentos académicos.
Para “extirpar el terrorismo”, la misión que Tetu explicitaba, contrató
matones y los puso en planta con
funciones de guardia y vigilancia. Así fue que ingresaron los ejecutores del
crimen: Jorge “Moncho” Argibay, el autor
del disparo a plena luz del día, su hijo Pablo y otro de los matones, detenido por
la justicia federal en el año 2015, Raúl Aceituno. Todos estos personajes
fueron integrantes de la organización paramilitar Alianza Anticomunista
Argentina, más conocida como triple A.
Con la excusa de extirpar el
terrorismo, en un contexto de cesantías y despidos, persecución ideológica y complicidades
sindicales, se impuso una supuesta “seguridad” que ejecutó este y otros
crímenes.
A partir de 1983 sus compañeros de militancia hicieron un acto cada año
en el mismo lugar donde lo asesinaron. La Universidad, mucho más lenta,
incorporó el día 3 de abril a su Calendario Universitario en el año 2006 y
recién en 2010, por acción de la Liga de los Derechos del Hombre, se presentó
como querellante de la causa. En 2012 se estableció una Estación de Memoria, a
instancias de la Subsecretaría de Derechos Humanos, donde se colocó una obra construida
con pequeñas cerámicas que reconstruyen el rostro sonriente de Watu en el mismo
lugar donde los criminales escribieron tres A, que fue dirigida por el grupo
Arte Memoria Colectivo. En ese mismo acto se instaló una placa en su homenaje.
41 años de lucha contra el olvido
son el mejor homenaje a Watu y a todos los compañeros perseguidos y asesinados
por el terrorismo de estado.
No olvidamos. No perdonamos. No
nos reconciliamos.
Los crímenes de la triple A son
de lesa humanidad.
Memoria, Verdad, Justicia.
Watu PRESENTE Ahora y siempre.
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