martes, 24 de marzo de 2020

24 de Marzo Memoria, Verdad y Justicia

La adhesión de la Lista Azul no habrá podido ser leída en el tradicional acto de “La Escuelita”, donde el silencio del campo se poblaba de Memoria y encontrábamos mates, abrazos, poemas, nombres, sol. Tampoco podremos marchar en las calles del centro de Bahía Blanca en la tarde. No podrá ser, por la cuarentena: nos estamos cuidando entre todos y todas. Pero no abandonamos la Memoria. Por eso quisimos estar presentes en tu buzón de correo, querida compañera, querido compañero.

No sólo la prevención de la pandemia convierte a éste en un 24 especial. Ya iba  serlo, porque este mismo mes comenzó un nuevo juicio –el séptimo- por crímenes de lesa humanidad perpetrados en Bahía Blanca y la región durante el terrorismo de Estado.

Si la comunidad de la UNS se mira en el espejo de su propia historia, este recién iniciado debate oral resulta enormemente significativo. Se trata, nada menos, que del juicio que, tras 45 años de impunidad, abordará el accionar de la autodenominada Alianza Anticomunista Argentina.

Hablamos de la organización de ultraderecha que, antes del 24 de marzo de 1976, desarrolló un accionar criminal con cobertura y financiamiento de múltiples resortes del Estado: el más conocido fue el Ministerio de Bienestar Social a cargo de José López Rega, pero también deben contarse a las policías y las Fuerzas Armadas. Y, en el caso local, a la UNS. A través del rumano RemusTetu, oscuro personaje protegido durante largas décadas por la institución, antes y después de producido su accionar criminal. Desde el Rectorado, Tetu proveyó de salarios y armamento a una patota presentada como cuerpo de “seguridad y vigilancia”. La contrató especialmente, usurpando cargos de la planta no docente, a la que por otra parte vaciaba con la exoneración de trabajadores y trabajadoras y las amenazas sobre el conjunto.

Por ser parte del Estado por entonces terrorista, y por haber tenido ese rol particular de financiamiento y cobertura de la Triple A, es que –lo hemos sostenido muchas veces desde la Lista- la UNS debe mirarse al espejo de su propia historia y decidir si la Historia va a contarla del lado de los victimarios o en el de las víctimas, considerando la enorme cantidad de docentes, no docentes y estudiantes que resultaron perseguidos.

La institución ha transitado ese camino a medias. Todos los docentes señalados como partícipes del terrorismo de Estado se han jubilado sin exoneración ni resolución de juicio académico, incluido Tetu. También es cierto que el proceso de Memoria, Verdad y Justicia ha llevado a la institución a crear su Subsecretaría de Derechos Humanos, instaurar su Día para recordar a las víctimas, nombrar con el nombre de David “Watu” Cilleruelo a una calle de su campus, ceder su Aula Magna para los juicios y accionar como querellante en el que comenzó el 9 de marzo. Entre nuestros orgullos como agrupación se encuentra el haber participado activamente del impulso y sostén a muchas de esas decisiones. Queda, no obstante, mucho por hacer.

En este 24 de marzo queremos, como cada año, levantar la bandera de la Memoria, y reclamar por Verdad y Justicia.

En nuestra historia colectiva viven las luchas de nuestros compañeros no docentes Daniel Bombara, Roberto “Jimmy”Garbiero, Néstor “Coco” del Río y Heriberto Prado, así como las de Mario Usabiaga, que sufrió la cárcel y la persecución dictatorial.En ellos nombramos, además, a las decenas de no docentes, docentes y estudiantes víctimas de asesinatos, secuestros, persecuciones, encarcelamientos, amenazas, exoneraciones y exilios. Nuestra UNS aún siente el vacío de sus  ausencias: en lo humano, en el compromiso que demostraban y en el aporte que hubieran significado en las décadas siguientes como trabajadores y trabajadoras, docentes, profesionales, investigadores e investigadoras.

Como Lista, una de nuestras banderas es un poema de Daniel Bombara, cuyo descubrimiento fue un regalo. En sus versos, como un mandato identitario, dice:

Para que llegue pronto
ese amanecer azul
en que ya se hayan ido
todos los corrompidos
y quedemos los hombres
para construir el mundo.

Nuestro compromiso más íntimo, en el trabajo cotidiano y silencioso, es permanecer siempre fieles a la identidad de ese amanecer soñado. Construirlo –y no sólo esperarlo- es la tarea. Eso hicieron los compañeros y las compañeras a quienes recordamos hoy. 

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